Síndrome de Estocolmo




"... cuál es el límite entre el dolor y el placer en ese trastocado amor que comienza a nacer con su torturador..."

(Ternicier, Constanza; PUC)



El Síndrome de Estocolmo corresponde a una reacción psicológica que se origina cuando una persona se enfrenta a una situación traumática contra su voluntad (secuestro o asalto), puede desarrollar sentimientos de admiración u otro sentimiento de afecto por su victimario. 


Debido a este sídrome, la víctima y el victimario  deciden cooperar entre ellos para salir ilesos del incidente; o bien, el rehén intenta protegerse y procura cumplir os deseos de su captor.



En esta situación de máxima indefensión, sin precedentes, donde todo parece no tener sentido, el torturador puede constituirse en el único referente posible, del que quizá se puede esperar ayuda, compasión. Esto puede generar sentimientos de humillación y culpa por la dependencia involuntaria, desencadenado la disociación y el silenciamieto de una parte de la totalidad de la experiencia vivida.
Estos sentimientos aparecían sobre todo en el interjuego propuesto por los torturadores entre el "bueno" y el "malo". El bueno traía la comida extra, abrigo, facilitaba entrevistas con las parejas o amigos detenidos en el mismo lugar. Prometìa que si "te portas bien, yo te ayudaré, yo te puedo salvar". Para muchas mujeres en esa situación fue necesario creer que esas promesas serían realidad.



NOTA:

El nombre de este síndrome aparece en 1973, tras un hecho ocurrido en la ciudad sueca de Estocolmo, donde Jan Erik Olsson, un preso con salidas transitotias, entró a robar en un banco ubicado en pleno centro. Cuando llegó la policía, Olsson tomó como rehenes a cuatro personas de la sucursal. El ladrón exigió una recompensa y dos armas. La negociacon duró seis días, y para sorpresa de todos una de las rehenes no parecía sentir miedo e incluso se resistió al rescate. Durante el proceso judicial que siguió a este acontecimiento, los ex rehenes se negaron a testificar en contra de su captor, e incluso manisfestaron que sentían más temor por la policía que a su secuestrador. 
El criminólogo Nils Bejerot acuñó el término Síndrome de Estocolmo para referirse a aquellas personas que llegan a experimentar este tipo de identificación con sus captores. 

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1530855-sindrome-de-estocolmo 



CARNE DE PERRA:




"Entonces era casi una niña, una cría, una pendeja... Ni siquiera tenía ideas propias. El Príncipe se metió en mi cuerpo. También en mi conciencia. Es imprescindible eliminar al enemigo, muñeca. Yo dependía de él. Completamente. Quería hacer todo lo que él me pidiera. Y lo hice". (Sime, 85). 



Es evidente que algo estàn buscando el uno en el otro más allá del objetivo pragmático que los une, pero nunca se descubre qué es lo que los lleva a sumergirse en el denominado Síndrome de Estocolmo.
(Ternicier, Constanza; PUC)



LA VIDA DOBLE:


"Aunque me costara reconocerlo, yo me había empezado a enamorar del Flaco. Me contagió. Imaginaba sus gestos. Los sentía en mí. Imitaba sin darme cuenta su modo de andar y de moverse. Me hipnotizó. Quería ayudarlo. ¿Por qué si el fuerte era él? Fui una amante sumisa, como si mi sumisión me permitiera participar de su poder. Sentí que sus manos al tocarme me hacían de nuevo, como si mi carne fuera greda fresca, ea vieja imagen que mi "yo" feminista odiaba y creía haber superado. Mi humillación me había deshecho y sólo un ser humano podía recrearme. ¿Tiene sentido para tí lo que te digo o piensas que sólo quería sobrevivir o que me había emputecido y punto? Porque yo sabía que él podía matarme con esas mismas manos, con un solo golpe silencioso. Eso me daba miedo. Él sabría cómo hacer desaparecer toda evidencia. Me recorría una excitación ligera y peligrosa" (Fontaine, 160).

1 comentario:

  1. hubo que ponerle nombre para decir que era perverso...para dejar en claro que en esta lucha entre el bien y el mal, los malos, los locos, los enfermos etc etc etc..siempre son los otros...

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